miércoles, 11 de agosto de 2010

“Tzeentch no solo juega a los dados con el universo, sino que a veces los arroja donde no podemos verlos.”


“Tzeentch no solo juega a los dados con el universo,

sino que a veces los arroja donde no podemos verlos.”


Esta es la maxima que iba a regir el modo de conquista de los Musgüalkers durante el resto de la campaña. Los caminos de “Aquel que Cambia las Cosas” son inexcrutables, a veces, para llegar a un punto el camino a recorrer no es el mismo que habiamos planeado.


Velet’Ah, Kaudillo de una enorme horda orka, habia vuelto a por venganza. Y dadas las experiencias anteriores, Llirhtan contaba con una batalla encarnizada, donde su superioridad tactica se impusiera a la brutal contundencia pielverde. Pero Tzeentch habia previsto otro desarrollo para la batalla. Uno con el que no contaba ninguno de los dos contendientes. Definitivamente el resultado de la misma, no iba a depender de los dos grandes.


Llirhtan, tras investigar en arcanas bibliotecas e “interrogar” a sus dueños, habia encontrado una serie de reliquias que podian haber pertenecido a M’Kachen[1], el mítico Señor de la Transformacion que habia sobrevivido para ser un Principe Demonio. Repartido en cuatro relicarios de onice y marfil, estaban los huesos del craneo del demonio, junto con cenizas para su invocacion. Esto era a por lo que habian venido los Musgüalkers. Los Orkos, simplemente buscaban una excusa para pelear.


En su tipico avance orko, estos se dirigieron inmisericordemente hacia delante tratando de ocupar tanto campo de batalla como fuera posible, dificultando con ello la aparicion de las tropas demoniacas en posiciones favorables. Aun asi, Llirhtan estaba dispuesto a presentar batalla.


Con lo que no contaban ninguno de los dos, es con que tras la aparicion de Llirhtan, Emergal y sus Aplastadores, y los dos Aplastaalmas, una descarga no demasiado tupida de los Zakeadorez de las Colinas Rocosas, enviara de nuevo a Llirhtan a la disformidad. Ahora, el liderazgo de los Musgüalkers quedaba en manos de un psicopata sediento de sangre como Emergal.


Los Orkos, envalentonados por la rapida desaparicion de uno de sus mas poderosos enemigos, se lanzaron a un avasallador asalto tratando de eliminar la amenaza de los Aplastadores y Aplastaalmas. Aun asi, los primeros en golpear fueron los Aplastaalmas, asaltando sin piedad a dos grandes peñas de Orkos, que ni se inmutaron por la presencia de los arcanos bipodes. La posibilidad de que ambos combates se decidieran en una rapida carniceria, era escasa.


Mientras tanto Velet’Ah, al mando de sus motoristas, decidió que era el momento de hacerles conocer el miedo a dos pequeñas escuadras de portadores de plaga, que esperaban la ocasion de reclamar la posesion de uno de los cuatro relicarios a por los que habian venido. Su asalto encabezado por gritos y gruñidos no fue todo lo espectacular que probablemente Velet’Ah esperaba, y por tanto no se sorprendió cuando ambas unidades sobrevivieron contra todo pronostico al combate.


Cerca suyo, ya se habian materializado un grupo de Diablos de Slaanesh, que miraban con ansia a los motoristas, pero esperaban la señal de Emergal para incorporarse al ataque. Emergal estaba preocupado, media docena de “vehiculos” orkos de tipo inclasificable se dirigian hacia él, y su mayor potencial antitanque estaba o bien muerto, o bien enzarzado en combates eternos. Eso sin contar aquellos lejanos orkos con grandes armas, que habian desmaterializado a Llirhtan. Decidio ir poco a poco y ocuparse de las amenazas cercanas. Soltó a los Diablos y los azuzó contra los motoristas, al tiempo que lanzaba sus aplastadores contra Velet’Ah, Kaudillo de todos los orkos. Como cabia esperar, el asalto combinado de las fuerzas demoniacas destrozó a los motoristas, y cuatro tajazos bien dados convirtieron a Velet’Ah en carne picada. Tras ello, se prepararon para recibir el asalto de las lataz Orkas.


Sorprendiendo a propios y extraños, entre Emergal, los Diablos y un Aplastador superviviente, fueron capaces de frenar las Lataz, destruirlas, y terminar con la última gran peña de Orkos que defendia un relicario. Incluso hacia la caida de la tarde, Emergal terminó de erradicar a unos Gretchins, que escondidos en una arboleda protegian el último de los relicarios. Todos los huesos de M’Kachen, “El que Cambia la Senda del Destino”, Principe Demonio de Tzeentch volvian a estar en poder de sus legitimos dueños. Su invocacion no tardaria, y cuando ello sucediera, que Mimas Prime se echara a temblar.


“No preguntes que criatura grita en la noche.

No preguntes quien te espera oculto en las sombras.

Es mi aullido el que te despierta en la noche.

Y mi cuerpo el que acecha en las sombras.

Yo soy M´Kachen, y tú mi marioneta

Que baila a mi voluntad.”


[1] Ver Codex Caos 2ª Edición. Cuando los Principes Demonios si eran los amos.

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